viernes, 10 de octubre de 2008

Violencia social en un zaguán de Pocitos


Violencia

VIOLENCIA.
Ricardo Topolanski.

Es el tema del día y por supuesto, aunque se quiera señalar como tal, no se trata de una novedad. Desde que el mundo existe o mejor dicho desde que la sociedad humana existe, también existe la violencia y se manifiesta de muchas maneras. Pero ahora estamos circunscribiendo el tema a la violencia en nuestra sociedad en este momento y algunos aspectos se están haciendo resaltar especialmente, no porque no existiesen anteriormente, sino porque salen a la luz del día, algunos porque tienen características particulares y otros porque sirven para la actualidad política pre-preelectoral que se vive actualmente. Baste decir que en un informativo televisivo que dura, con avisos incluidos alrededor de una hora, la tercera parte de lo que no es publicidad se dedica a la violencia, destacándose de ella los aspectos más macabros (manchas de sangre cuando el camarógrafo de turno puede lograrlo y que el compaginador se regodea repitiéndolo [todavía no muestran el cadáver “muerto” destapado, como lo hacen las películas de cine norteamericanas, aunque tapado lo muestran cada vez que pueden]) o los más tristes, mujeres golpeadas (raro que no muestren a los maridos golpeados [que son alrededor del 40% de la violencia entre las parejas] ¿será porque son “machistas” y les da vergüenza admitir que algunas mujeres también “cascan” a sus parejas?), niñas/niños golpeados o abusados sexualmente, etc. Pero éste es el gran capítulo de la violencia familiar, muy vinculado a situaciones de pobreza, familias “mal” constituidas, falta de educación, alcoholismo, drogadicción, etc., etc., pero que, de ninguna manera excluye a las clases pudientes donde hasta la falta de educación o la mala educación también existen, juntos con los mismos otros aspectos señalados para los “pobres”, puesto que este tema es un tema social. Eso existe y existió desde “siempre” ¿Hay más o se ve más? Escuché hoy en un programa radial las quejas de algunos oyentes referentes a la violencia en las calles en 1994… (nihil novum sub sole).
Pero esta no es la única clase de violencia: también existe violencia en la calle (asaltos, rapiñas, robos, asesinatos, accidentes; revueltas en las escuelas, peleas en los deportes, (barras bravas con sus respectivos alentadores), barras fuera de las escuelas (alentadas por un camarógrafo amateur que, con un teléfono multifuncional, se entretenía filmándolos y alentaba a los violentos, como se vio ayer en un programa televisivo nocturno), etc., etc. Pero no es a esta violencia a la que me quiero referir. Quiero señalar que la Sociedad – con mayúscula – también es culpable de ejercer la violencia sobre sus ciudadanos (a algunos más que a otros) y de alguna manera, señalar que todos nosotros, los ciudadanos, tenemos algún grado de responsabilidad por hacer como que no vemos o que no sabemos o por decir sólo: “no sé por qué dejan… ¿quiénes?”, que suceda esto o aquello.
Es que existen dos grandes tipos de violencia: la violencia por comisión y la violencia por omisión. Y ésta, a la que me estoy refiriendo últimamente, es la violencia por omisión, de la cual es culpable ¿es culpable? la Sociedad. Niños en la calle, vagabundos, los sin techo o los que viven en asentamientos,,, Esto tiene su historia:
¿Se acuerdan de aquel ministro ¿era del interior o de defensa? quien cada vez que le preguntaban algo vinculado a su cartera respondía “No tengo conocimiento…” Se trataba del inefable Dr.Chiarino, que fue presidente de la Unión Cívica, quién en su momento supo escribir el primer libro sobre este problema que se titulaba “Los rancheríos rurales” o “pueblos de ratas” como se les denominaba con desprecio y cuyo origen llevaba hasta el gobierno del dictador Latorre cuando - ¡oh necesidad injusta por no preverse situaciones lógicas! - ordenó el alambramiento de los campos. ¡Qué corridas de mojones hicieron los grandes latifundistas de entonces! ¡Cómo se robaron las tierras de los pequeños terratenientes que no contaban con el dinero necesario para alambrar sus tierras! (lo que no se previó). Hay determinadas situaciones que imponen, sin quererlo particularmente, determinados resultados. Retrocediendo algo más en el tiempo, en todas las estancias o establecimientos rurales vivía una cantidad de personas que no formaban parte del personal. En realidad, hasta la tercera parte del siglo XIX, cuando no había alambrados, la agricultura era aún algo primitivo y estaba constituida apenas por las huertas alrededor de los poblados, en tanto que las praderas naturales se reservaban para los ganados, de cuyo mantenimiento, que consistía en vigilar las aguadas, cuerear los animales muertos y conducir las tropas a los mataderos (El tropero va, va, va… Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas…) se ocupaban unos pocos peones rurales, a los que a veces acompañaban estos otros peones sin trabajo estable. Volviendo al tema, ese número de personas dormía en los galpones, comía con los peones el asado de oveja (o a veces el de novillo), algún pan que se hacía en el lugar y alguna vez cuando había algún trabajo extra ayudaba en las tareas. (La taba los domingos y algún contrabando de caña brasileña, el truco, el monte y alguna puñalada por causa de alguna china o de alguna deuda de juego)
Pues bien, al alambrar los campos y colocar porteras con candados, toda esa gente (se les llamaba “los agregados”) dejó de quedarse en las estancias, cuyo personal se redujo al mínimo y esos “peones” sin trabajo con sus familias, se fueron instalando a la vera de los caminos cerca de los arroyos donde fueron formando los pueblos de ratas, lo cual coincidió con la instalación del ferrocarril que comenzó a acortar las distancias. Con el cambio de siglo, sobre todo después de la revolución de 1904 la situación comenzó a cambiar y esa gente se fue acercando a los pueblos organizados y sobre todo a las ciudades y hacia mediados del siglo XX, sobre todo en Montevideo donde había más probabilidades de encontrar trabajo y aparecieron los primeros asentamientos llamados sarcásticamente “Cantegriles” por contraste al famoso “Cantegril Country Club” y sus fiestas y donde se hizo el primer festival de cine de Punta del Este, ampliamente documentados por los diarios de la época.
Y a partir de entonces no dejaron de crecer. ¿Es esto un fenómeno social o no? que los sucesivos gobiernos no supieron (o no quisieron) atender. Diversas circunstancias, tanto del gobierno de la dictadura, como de los que lo siguieron, se ocuparon demasiado de otras temáticas (crisis económicas mediante) y OMITIERON buscar soluciones a este atroz problema que aqueja a tantos de nuestros ciudadanos con sus terribles consecuencias: ya hay 3 o 4 generaciones de niños que viven en condiciones desastrosas, en familias desorganizadas o simplemente no existentes como tales, matriarcado o mujeres con hijos de varios padres, inexistencia de la educación familiar, inexistencia de la educación escolar y no digamos nada de la liceal. Y esto, como una sombra maligna va rodeando a la ciudad y apretándola cada vez más.
(No ocurre sólo aquí, por supuesto: yo lo historié en nuestro país, pero es un fenómeno de las grandes urbes del tercer mundo… que somos nosotros) Es, violencia por omisión. Como esta foto de un zaguán en Pocitos…
Montevideo, 10 de octubre de 2008

miércoles, 1 de octubre de 2008